Hubo un tiempo en que la colección de relojes operaba en silencio, impulsada por el boca a boca, la paciencia y la voluntad de buscar información en catálogos dispersos y rincones oscuros de foros. Los mejores descubrimientos llegaban tras horas de investigación o una conversación afortunada con otro entusiasta. Incluso la frase "comunidad de relojes" se sentía íntima, reservada para quienes realmente valoraban los movimientos, la historia y los matices que hacen especial a una referencia.
Luego, todo cambió. Las redes sociales no solo abrieron las puertas, las derribaron. De repente, un mundo que antes era difícil de acceder quedó al descubierto, entregado algorítmicamente a cualquiera con un teléfono y un interés pasajero. Para bien o para mal, el hobby nunca volvería a ser el mismo.
La era del reloj de moda
Algunos relojes siempre han sido deseables. La diferencia ahora es la velocidad con la que un modelo puede convertirse en un fenómeno global. Tomemos el Rolex Daytona o el Patek Philippe Nautilus, una vez respetados entre conocedores, ahora casi imposibles de comprar al precio retail, con listas de espera de años. El Audemars Piguet Royal Oak es otro ejemplo. Estas piezas han trascendido su función de medir el tiempo para convertirse en artefactos culturales.
Pero no son solo los clásicos. Nuevos lanzamientos -ediciones limitadas de marcas inesperadas o colaboraciones excéntricas- pueden convertirse en sensaciones de la noche a la mañana si un influencer o celebridad los respalda. Instagram es el motor, transformando fotos de muñecas en oro de marketing.

Esto trae energía y emoción. Para los recién llegados, hay emoción en la persecución: monitorear fechas de lanzamiento, participar en sorteos, buscar modelos difíciles de encontrar. Pero también hay un lado oscuro: revendedores que compran solo para lucrar, precios inflados en el mercado secundario, y coleccionistas genuinos que se sienten excluidos.
Lo que se pierde en el frenesí
Este tsunami de moda tiende a eclipsar historias más silenciosas pero significativas. Marcas con décadas o siglos de herencia -Grand Seiko con su acabado meticuloso, Zenith y sus cronógrafos pioneros, Longines con su archivo histórico- a menudo quedan al margen.

Lo que se pierde no es solo valor, sino el sentido de descubrimiento. Esa sensación cuando encuentras algo inesperado y te sumerges en investigación. Los mejores relojes no siempre son los más ruidosos.
Los pros (y contras) de toda esta atención
El enfoque de las redes sociales no es del todo malo. Ha hecho que la colección de relojes sea más accesible. Información que antes requería horas de búsqueda ahora está disponible en segundos. Pero también hay fatiga por el ciclo constante de filtraciones, reseñas instantáneas y especulación.

¿Hacia dónde va esto?
Hay señales de que el péndulo podría estar volviendo. Coleccionistas comienzan a buscar valor, originalidad y profundidad en lugar de solo estatus. Marcas independientes ganan impulso por ofrecer algo genuinamente diferente.

Quizás esto sea un regreso a las raíces del coleccionismo: la emoción de la búsqueda, la satisfacción de aprender y el orgullo de encontrar algo que sientes que es solo tuyo.
¿Ha cambiado las redes sociales tu forma de coleccionar? Me encantaría escuchar tu perspectiva, porque al final son las historias que compartimos, no los hashtags, lo que mantiene a esta comunidad en marcha.
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